El fenómeno será visible principalmente en Europa, la Universidad Complutense de Madrid informó que el suceso se producirá hacia las 22:00 hora local del sábado (20:00 GMT) y se espera que se alcance el máximo de actividad con hasta una estrella fugaz por minuto. Pero la presencia de una luna casi llena representará un reto para observar algunos de los meteoros.
"Como los dracónidos se mueven con relativa lentitud, a 20 kilómetros por segundo, por lo que tienden a desvanecerse y la luz de la luna "realmente los desaparece", indicó Bill Cooke director de Oficina de Ambiente de Meteoritos de la NASA.
En América es posible que el sol no permita observarla pues el clímax de la lluvia será entre las 14:00 a 17:00 horas. La Sociedad Astronómica Urania no descartó alguna sorpresa para los observadores en el continente americano, por lo que recomendó ubicarse lejos de las luces de las ciudad y dejar que nuestra visión se acostumbre a la oscuridad durante un lapso de 20 a 30 minutos, para poder observar los meteoros más débiles.
Las dracónidas son una de las lluvias de estrellas de menor actividad visible a lo largo del año y toman su nombre de la constelación de la que parecen surgir; Draco o el Dragón ubicada al norte de la bóveda celeste, aunque también son conocidas como Giacobinidas por el cometa del que provienen.
El cometa 21P/Giacobini-Zinner fue descubierto hace poco más de cien años, el cual emite las partículas que provocan la lluvia entre el 1 y el 10 de octubre durante su órbita a través del sector interior del Sistema Solar cada siete años.
El año pasado en un congreso de meteoritos, dos científicos de la NASA, dieron a conocer sus cálculos para la órbita del cometa Giacobini-Zinner y los rastros que ha ido dejando a lo largo de las décadas pasadas. Bill Cooke, uno de los expertos, calculó que alguno de los enjambres desprendidos del cometa a principios del siglo XX, se encontraba en ruta de colisión con la Tierra, siendo el 8 de octubre la fecha del encuentro.
La alerta lanzada por Cooke motivo a la NASA a analizar la posibilidad de mover la estación espacial internacional para evitar alguna colisión, sin embargo se ha determinado no hacerlo.
Otros satélites sí se reorientaron para proteger su delicada electrónica que podría ser alterada por las pequeñas partículas del tamaño de un grano de sal que componen las dracónidas.
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